La semana pasada entraron dos chicas a mi oficina buscando desesperadamente un piso en alquiler. En la era digital, se echaron físicamente a la calle para ver si de esa manera conseguían lo que estaban buscando, estaban dispuestas a ir inmobiliaria por inmobiliaria, tenían un magnífico perfil y según me contaron llevaban meses buscando y no encontraban nada. Esta semana se ha repetido varias veces la visita con perfiles similares.
Nunca me había encontrado con una situación igual de escasez de viviendas para alquilar en esta época del año. Todos los años se producía una rotación natural de inquilinos que dejaban sus pisos para buscar otros, con el ánimo de mejorar o porque sus circunstancias habían cambiado.
A estas alturas del verano, el número de alquileres cerrados en la oficina era normalmente bastante más alto, en concreto en 2023 hemos hecho un 40% menos alquileres que el 2022 y un 54% menos si lo comparamos con 2021.
Lo que está pasando es sencillamente que no hay suficientes viviendas para alquilar.
¿Por qué? Por lo que vivo a diario, puedo dar varias razones que creo que están afectando al mercado. La principal razón es la falta de seguridad jurídica y ataque frontal que se ha recibido a aquellos que generan la oferta: Propietarios, empresas propietarias de viviendas y agencias inmobiliarias.
La reacción de muchos propietarios cuyas viviendas han quedado vacías ha sido ponerlas a la venta, cerrarlas, o convertirlas en pisos turísticos o de temporada para que no les afecte la Ley de la Vivienda recientemente aprobada.
La reacción de muchos inquilinos ha sido la de quedarse en la vivienda hasta que la tempestad pase, prefieren no intentar encontrar algo más adecuado porque corren el riesgo de no encontrarlo. Todas esas viviendas que solían salir al mercado de manera natural directamente no salen. Como mucho, se firman anexos cambiando la titularidad de algún arrendatario, pero manteniendo el contrato antiguo.
La reacción de muchas agencias inmobiliarias ha sido dejar de prestar tanta atención al mercado de alquiler de vivienda ya que, por ley, y de la noche a la mañana, han limitado la manera de proceder en cuanto al cobro de honorarios y situarnos en boca de todos los medios demonizados y perseguidos.
En una situación con la oferta en caída libre y la demanda en aumento, la consecuencia lógica es la subida de precios que estamos padeciendo.
A todos nos perjudica mucho esta situación, pero para los inquilinos más vulnerables es dramática. La nueva ley perjudica a los propietarios mermando sus derechos en el caso de inquilinos considerados vulnerables, por lo tanto, la reacción lógica de los propietarios es que no quieren alquilar sus viviendas a personas vulnerables, por lo que estas personas ni siquiera tienen la capacidad de alquilar nada entre la escasa oferta que hay.
¿Existe solución? A corto plazo es muy difícil que la situación cambie, pero a medio y largo plazo se deben de tomar medidas para que así sea. La solución pasa sin duda por el aumento de la oferta de viviendas en el mercado y sólo se producirá si se garantiza seguridad jurídica a los propietarios, una asignatura pendiente hace años y que no sólo no ha mejorado, sino que ha empeorado últimamente.
También habría que fomentar mucho más la iniciativa privada y dar mayor libertad a las empresas propietarias de inmuebles y agencias inmobiliarias.
El cambio de uso de local a vivienda podría ayudar, pero de nuevo nos encontramos con una reciente limitación, en Madrid han incrementado la superficie mínima para viviendas de 25 a 40 metros. En mi opinión un craso error que deja fuera a muchos jóvenes y no tan jóvenes, que solos o en pareja, pueden vivir más que perfectamente en una vivienda de 25 metros cuadrados.
Prohibir y limitar casi siempre provoca el resultado contrario al que se persigue.